Esta
es la entrada número 100. Para celebrarlo he pensado en reelaborar
la traducción que hice del soneto de 130 de W. Shakespeare. Entre
otras razones porque es la entrada más visitada y me apetecía
revisarla, a diferencia de las obras de Shakespeare mis versiones
necesitan repasarse con cierta regularida.
Fue la primera traducción que hice, y ya ha pasado tiempo desde entonces, aunque le tengo cariño he pensado en varias ocasiones en ponerme un buen rato y limarle cosillas. Por entonces me sentí muy orgulloso de ella, hace ya mucho tiempo que sus errores me molestan. Sé que en poco tiempo me volveré a sentir insatisfecho. Con todo, gracias por estar ahí.
Fue la primera traducción que hice, y ya ha pasado tiempo desde entonces, aunque le tengo cariño he pensado en varias ocasiones en ponerme un buen rato y limarle cosillas. Por entonces me sentí muy orgulloso de ella, hace ya mucho tiempo que sus errores me molestan. Sé que en poco tiempo me volveré a sentir insatisfecho. Con todo, gracias por estar ahí.
Los
ojos de mi amor no son el sol;
el coral es más rojo que sus labios;
el coral es más rojo que sus labios;
si
alba es la nieve son sus pechos pardos,
Si hebras su pelo, negras hebras luce.
Si hebras su pelo, negras hebras luce.
Rojas
y blancas vi a las damascenas
pero
no las encuentro en sus mejillas,
en
las fragancias hay más placer
que
en el aliento que me viene de ella.
Y
aunque me gusta que hable, tengo claro
que
más placer habita en la música.
Aunque
no viese andando a las diosas,
sé
que la mía lo hace a ras de tierra.
Sin
embargo, tan genial es como
cualquier
otra adulada falsamente.
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