Ese es el titular del diario francés después de las declaraciones de Cameron, acertado y profético, algo así como: se acabaron las hipocresías.
Estupefacto por la resistencia de los ingleses a sentirse europeos me preguntaba extrañado si tanta distancia albergan los 32 quilómetros del canal de la Mancha, casi el doble que el estrecho de Gibraltar, me respondió un amigo inglés con un poco de sorna.
Estupefacto por la resistencia de los ingleses a sentirse europeos me preguntaba extrañado si tanta distancia albergan los 32 quilómetros del canal de la Mancha, casi el doble que el estrecho de Gibraltar, me respondió un amigo inglés con un poco de sorna.
Desde la época de Thatcher el europeísmo británico se ha ido volcando de la derecha a la izquierda en la alta política pero en el inconsciente colectivo nunca se ha disuelto el remanso de viejas reclamaciones laboristas contra Europa. Así la idea de la Unión con el débil apoyo institucional de los laboristas, las ambigüedades de los liberales y el rechazo de los conservadores, más que una idea huérfana es una idea proscrita.
Ser europeísta significaba una sangría de votos, por lo que los políticos británicos cuando la han defendido lo hacho con la boca pequeña, a veces y este es el caso de Cameron la han atacado hasta que han llegado al poder y ha entendido la importancia y los beneficios que da la Unión, pero era demasiado tarde para convencer a sus electores de esa manera nunca ha cuajado el proyecto europeo de un modo social.
Además la democracia inglesa permite a los parlamentarios rebelarse contra la disciplina de partido, y esto situaba a Cameron entre la pérdida de autonomía o una nueva insurrección, en la última dimitieron algunos ministros. Pero el tratado económico perdura, ha consolado el primer ministro a los que saben lo que van a perder después de su metedura de pata.
Reino Unido mantendrá su amada autonomía, intacta su férrea inadaptación, inmaculada su idiosincrasia y seguirán siendo más británicos que nadie, y la UE avanzará deslastrada, de tanto obstáculo, de tanta enmienda a cualquier propósito de unión política o social. Qué se levanten las cartas, que le hemos visto el envido a grande a un jugador de chica. Y disculpen la metáfora casposa, pero no podía ser más ajustada.
Hola, gracias por la entrada,interesante. Y muchísimo mejor el blog. Dale mi enhorabuena a Ana. Un abrazo,
ResponderEliminarAlberto
Te ha parecido interesante, gracias, un abrazo nos vemos este sábado.
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