Verano en Reykiavik

Ahora estará empezando a ser los días larguísimos en Islandia, el sol nunca se alza hasta arriba del todo, pero va como rodeando a la ciudad. A las once se pone el sol pero a las tres de la mañana te lo puedes encontrar recién salido del primer bar, paff y en toda la cara. Qué nostalgia más tonta me está entrando, recordando una noche que despedía a un profe de Madrid que tuve y nos fuimos de parranda pero más parecíamos dos borrachos al medido día por toda la luz que había ya, cuando estaba allí me moría por volverme; supongo que seré como se dice un culo de mal asiento. Lo de baciyelma viene por lo de Baciyelmo que Sancho Panza definió con tanta exactitud al Yelmo del Mambrino, por si hay algún despistadillo. Ahí va este poema.

Casi sin despedirse zigzaguea
el sol en torno a Reykiavik, empieza
su verano que en nada me sabrá
a nuestra tierra y sin embargo ronda
su sabor por las calles, te contagia
algo cercano que aún no sé nombrarte.
Desguazas el abrigo, quedan largos
los edredones, faltan las persianas
y se deshoja el almanaque. Un júbilo,
que ya conoces, llega intoxicándote,
despierta a la ciudad
de mantos invernales. Sólo es miércoles,
parece sábado frenético, hoy
vamos de fiesta a coronar con cuernos
de vikingo esta noche baciyelma.