domingo, 4 de marzo de 2012

Rima IV de Becquer


Nº14, Becquer es un poeta superficial y sobrevalorado al que me sigue gustando leer. Su poesía es conservadora y por mucho que se empeñen algunos en darle un  hueco en nuestro canon literario, más se debe a la ausencia de brillantez  poética del s. XIX español que a mérito del poeta
, si no comparémoslo con sus contemporáneos ingleses o franceses. 
Sus poemas son de salón, frivolizan los versos de San Juan y de Santa Teresa, hasta convertirlos en escaramuzas de amor adolescente. Sus mujeres son estáticas, solo cambian en el color de sus ojos o en sus peinados. Los que lo enarbolan como maestro de JRJ, tienen que admitir que solo de la parte menos interesante de este, que a partir de Diario de un poeta recién casado, ni rastro de Becquer, yo diría que en Arias Tristes, ya hay poco Becquer. 
Por qué lo pongo en mi lista, porque su poesía forma parte de mi canon, de lo que he leído, de las lecturas con las que he crecido, sus poemas de verso corto y ágil, sus deliciosas frases al revés, sus metáforas identificables, su mezcla de culto y  popular, todo eso ha convertido a Becquer en uno de los poetas más leídos de nuestra literatura, refugio de todos los adolescentes cursis. 
Recuerdo este poema, al que tengo una especial simpatía, cuando niño tuve que aprendérmelo para recitarlo en clase, aún puedo decirlo de memoria. Este poema tiene sus aciertos, lo del abismo que al calculo resita, me gusta mucho. En él se habla de un temor que tienemos muchos, es el terror al progreso, algo muy humano, nos asusta lo que cambia, nos asusta que el mundo cambie sin nosotros. Becquer temía que el progreso matase el misterio, que acabara matando su concepto de poesía y así fue, él busca en el mundo lo enterno, lo que nunca cambia, el amor, la naturaleza, lo divino inescrutable o la sentimentalidad. 


Rima IV

No digáis que, agotado su tesoro,
de asuntos falta, enmudeció la lira;
podrá no haber poetas; pero siempre
habrá poesía.

Mientras las ondas de la luz al beso
palpiten encendidas,
mientras el sol las desgarradas nubes
de fuego y oro vista,
mientras el aire en su regazo lleve
perfumes y armonías,
mientras haya en el mundo primavera,
¡habrá poesía!

Mientras la ciencia a descubrir no alcance
las fuentes de la vida,
y en el mar o en el cielo haya un abismo
que al cálculo resista,
mientras la humanidad siempre avanzando
no sepa a dó camina,
mientras haya un misterio para el hombre,
¡habrá poesía!

Mientras se sienta que se ríe el alma,
sin que los labios rían;
mientras se llore, sin que el llanto acuda
a nublar la pupila;
mientras el corazón y la cabeza
batallando prosigan,
mientras haya esperanzas y recuerdos,
¡habrá poesía!

Mientras haya unos ojos que reflejen
los ojos que los miran,
mientras responda el labio suspirando
al labio que suspira,
mientras sentirse puedan en un beso
dos almas confundidas,
mientras exista una mujer hermosa,
¡habrá poesía!

2 comentarios:

  1. Siento discrepar, Pablo: Bécquer es uno de los grandes del idioma, a la altura, sino más, de Lope, Góngora, Quevedo, Rubén, Garcilaso y Juan Ramón. Sucede que no se lee bien. Es un renovador del lenguaje, logró aligerarlo de toda la carga romántica y convertirlo en simbólico. Lo adelgazó, inventó la asonancia, nadie ha compuesto en verso par o rima aguda como él. Escribió directo al corazón. En la comparación con Heine o Byron, no queda por debajo, sólo en cantidad. Repiénsalo, quizá, de la mano de Luis Cernuda, donde habite el olvido.

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  2. Tengo que decir que he escrito esto, o al menos lo he escrito así para crear polémica y que alguien entrara al trapo. Es cierto a Becquer le salva el ritmo, la agilidad de sus versos, hasta sus hiperbatones (la RAE tampoco me aclara como se dice el plural de esta palabra) aligeran; pero no es un poeta más profundo que Campoamor, un poeta de segunda fila por mucho que se quiera revitalizar. Sobre que su producción sea escasa no lo veo como un argumento de nada.
    La lectura simbólica de Becquer me parece algo forzado, en Becquer no existe ese sistema de correspondencia y correlatos, lo que si hay es una identificación poesía-mujer, y esa identifiación y solapamiento lo se puede explotar lo que se quiera, pero no hay por ningún lado simbolismo, por cierto que está ya en San Juan. Tienes razón en que es coetáneo a Heine, de hecho Becquer traslada mucho de Heine a su poesía, lo que pasa es que Heine es del siglo anterior, y la verdad lo poco que he leído de él me parece bastante más moderno que Becquer.
    Tengo que dejar claro que me gusta Becquer y como tú señalas él le dio pulso a la poesía española, al primer JRJ y a Cernuda, sobre todo en las primeras poesías, el calco es evidente. Pero de ahí a ponerlo en nuestro Parnaso, no lo veo. Sé que por tradición se le da un lugar relevante, pero creo que debemos admitir las limitaciones de Becquer, siendo el poeta genial que es. Muchas gracias por comentar JM

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