Un melanoma en fase terminal se cruza por la vida de Cathy, profesora de mediana edad con un hijo y un marido adolescentes, su hermano vagabundo ecologista metido a profeta apocalíptico; su ultraconservadora vecina y una alumna problemática con obesidad mórbida redondean el reparto de The Big “C”, una serie de Showtime entre comedia y melodrama telefílmico, que va por su segunda temporada.
La serie tiene bastantes elementos de comedia: la duración (entre 20-30 minutos) o su economía narrativa, algunos personajes claramente paródicos como el marido (Oliver James Platt) o el hermano, cierta necesidad de que los capítulos cierren sobre sí mismos siendo autoconclusivos, pero la trama tampoco rehuye lo empalagoso, escenas incómodas y lacrimógenas a las que se les atornilla algún gag escatológico que alivia la tensión.
El cáncer le da a Cathy la oportunidad de vivir de una manera diferente, este argumento no tiene nada de nuevo nos recuerda a montones de películas que tratan el tema como la ñoña Mi vida sin mí u otras, lo que sí está genialmente relatados son los arrebatos de Cathy, que intenta luchar contra su personalidad represiva, o el intento constante de influir en su malcriado hijo adolescente (magnífico personaje, realmente conseguido). Los personajes segundarios son interesantes y están bien construidos y aunque a veces la trama desemboque en auténticos topicazos, otras consigue ser valiente y realista. Merece la pena.
El tema de cabecere es bueno, con uquelele: Game Called Life.
Un juego llamado vida
Es tan duro cambiar de vida
y alejarse de tu zona cómoda.
Es tan duro tomar un camino
cuando tu furuto es incierto.
¿Es todo alguna broma, y alguien me despertará?
Dime que todo no era más que un juego, llamado vida.
¿Hay alguien esperando al final del camino?
¿Me daran una medalla por aguantar hasta aquí?
¿Somos, somos esclavos de verdad?
Por nuestras propias manos.
¿Me equivoqué tantas veces?
¿Es qué me estoy haciendo viejo?
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