sábado, 31 de diciembre de 2011

Hospital de maternidad en Reikiavik

Después de hablar -o mejor en este caso- de escuchar, con o a alguien que sabe de poesía, aun desde la divergencia, si uno ha escuchado, ha dejado la puerta abierta al otro, saca bastantes cosas en claro, que le ayudan. La mejor de todas ha sido su libro Tableros de sueños
con una dedicatoria preciosa, otra, el carpetezo para no quedarme tabicado y dejar a la corriente cumplirse, otra estupenda es una manera diferente de empezar un poema: el acorde, y otra última y no menos interesante es que lo publique todo en el blog, donde un poeta o escritor o versificador o  lo que sea va encontrar con lo que más codicia: Lectores, como José María Jurado hace en su Lector de Almanques, altamente recomendable.Gracias José María.
Pongo aquí un poema de mi cosecha:


Hospital de maternidad en Reikiavik

Estos verdes asépticos de clínica,
los azulejos mal alicatados,
las batas con su rastro de formol
y el minutero como una pala enterrándonos.
Tengo hambre, le duele la barriga.
Su óvulo, el esperma y un niño
fantasmagórico.
Todo está en otra lengua,
sus ojos tristes vienen de otra parte.
Tengo manos de pulpo, correosas,
tentaculadas, cuándo nos podremos
ver sin que se repita este verde de clínica.
Voy a dormir solo, prefiero, llama
por lo que sea y vuelvo como un cuervo
saltando entre farolas.
Sabe a ceniza este café de enfermo.
No me he fijado en tantas cosas,
digeriré pronto esta nana rota.



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