jueves, 1 de diciembre de 2011

Doctor en Alaska

Antes de  este auge y revalorización de la serie televisiva  que disfrutamos hoy, hubo series magníficas, con diálogos y tramas maduras, personajes matizados e irrepetibles en microcosmos elocuentes. Aunque hay muchas, me estoy refiriendo a Doctor en Alaska.
Una serie de la que han bebido muchas otras, algunas tan geniales como Gilmore Girls.
Doctor en Alaska es una serie centrada en su protagonista, un doctor neoyorkino, neurótico y urbanita que se ve obligado a  vivir en un remoto pueblo de Alaska, incluso al principio la trama se sostiene con la tópica tensión amor-odio con otro de los personajes. Desde su inicio las tramas secundarias tienen bastante fuerza y poco a poco Cicely, el pequeño pueblo perdido y sus singulares habitantes desplazan del protagonismo absoluto al médico racionalista.
Sus diálogos son brillantes, las tramas son originales recurriendo en alguna ocasión a la fantasía, el tratamiento también es original y refrescante. Los capítulos suelen estructurarse de manera autoconclusiva y temática, exponiendo un único tema entre diferentes personajes, aunque casi siempre desborda  a este simple esquema y nos  acaba ofreciendo los más diversos puntos de vista, sin condenar ninguno, muchas veces dándoles una legitimidad que no se nos ha pasado de largo,  humanizándolos.  
Doctor en AlaskaEn la serie cualquier pequeño evento que acontece en la insignificante comunidad se sobredimensiona y toma un aire cosmopolita, ejemplo perfecto sería el capítulo de la elecciones municipales, en el que la disputa sobre una señal de stop da la oportunidad de radiografiar la democracia desde muy diversos aspectos.
Otro aspecto curioso son sus referencias culturales a básicamente todo; nada se le escapa a la serie: desde la literatura, la antropología, la filosofía, el cine o la psicología (especialmente el psicoanálisis) pasando por la música, la religión, la historia, la política o la gastronomía. De ese modo el pequeño microcosmos adquiere un cariz mucho más cosmopolita. El pequeño conflicto toma tintes universales.
Si no la habéis visto, vedla, y si la habéis visto cuando eráis pequeños volvedla a ver. Es una serie injustamente olvidada, rica y refrescante en todos los sentidos. Por contra, tendréis que aguantaros con un tejido de imagen algo obsoleto, y unos efectos especiales algo desfasados, pero si sois capaz de pasar por alto esta insignificancia, os va a sorprender muy gratamente.

2 comentarios:

  1. Me encantaba la serie cuando la emitían en la 2, hace tantísimo tiempo. Y luego he vuelto a verla y me ha parecido incluso mejor y más interesante ahora, años tras su emisión.

    Absolutamente recomendable...

    M.

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  2. Yo la sigo viendo, de vez en cuando, hoy justamente he visto el capítulo del banquete, donde Mauris monta una cena lujosa. Los brindis en honor de Mauris son geniales, Cris: Eres el progreso sin conciencia, es genial.
    Nunca me canso de verla. Gracias por comentar y pasarte, un saludo.

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